En una prueba tan larga es muy, pero que muy importante el estado de ánimo cuando ya llevas un montón de kilómetros encima. Se agradece cualquier aplauso o soplo de aliento que te dediquen, cualquier frase que sirva para espolearte durante un ratito más y que valga para disuadirte de las ideas de abandono que comienzan a aparecer. Que la penitencia es larga y la ayuda es medicina para el espíritu.
Por eso es una alegría cuando ve uno algunas carreras en las que hay cientos de espectadores agolpados para ver pasar al atleta sufridor. Aplaudiendo, chillando, haciendo fotos... Pero no solo son los espectadores los que animan. Los voluntarios no solamente están para avituallarnos, sino para hacer también un poco de psicólogos cuando el penitente va camino de la última estación y ya le molesta hasta el color de la camiseta de el que llevas delante.
Y aquí es donde aparece la gracia y el salero andaluz. Mirad este pequeño video que he encontrado por la Red sobre un puesto de avituallamiento de la I Maratón de Málaga. Por supuesto encended los altavoces. Igualito que en otros sitios...
miércoles, 12 de enero de 2011
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